martes, 24 de marzo de 2020

Trump ya tiene su guerra (I)


Donald Trump ya tiene su guerra. “This is a war” ha dicho literalmente el presidente. Vale, no es una guerra convencional. No hay tanques, ni portaaviones desplegados en mares lejanos. Pero como todo “buen presidente” Trump ha conseguido su guerra. Donald coqueteó con el conflicto en varios momentos de este su primer mandato, elevando la tensión primero contra Corea del Sur y mucho más recientemente contra Irán.


En enero de 2020 una operación estadounidense acabó con la vida del General Soleimani, comandante de la Guardia Revolucionaria Iraní, mediante la más moderna tecnología, un dron, en Irak (qué hacía el más influyente general de las Fuerzas Armadas Iraníes en Irak, merece otro análisis). Durante una semana, ambos países estuvieron al borde de un conflicto armado. 176 personas fueron víctimas colaterales de esta escalada de tensión. Eran los pasajeros del avión ucraniano derribado por error por los iraníes.


Pero no ha sido contra Irán. Al final de este primer mandato presidencial, la “guerra” ha venido de la mano de un virus, el COVID-19. 


Pero, ¿por qué el presidente número 45 de los Estados Unidos quería una guerra? Vayamos a los antecedentes.

Donald Trump se enfrentará a finales de año a las elecciones presidenciales, para las que es favorito
La relación de conflictos armados en los que ha participado la primera potencia del mundo, desde su independencia en 1776, es extensa. No quiero enumerar aquí todas las guerras en las que se ha visto envuelto, pero sí aquellas en los que Estados Unidos ha entrado a partir de la Segunda Guerra Mundial y las causas de su participación.

La victoria en la Segunda Guerra Mundial y la llegada de Estados Unidos a la cima como primera potencia Mundial, supuso un cambio radical en su política exterior. La Guerra Fría marcó el inicio de una nueva política en la que el tablero internacional pesaba cada vez más en la política doméstica. Por decirlo de alguna manera, esto supuso el final de los Estados Unidos como potencia solamente interesada en los asuntos del continente americano, la conocida doctrina Monroe, y el tradicional aislacionismo que había marcado su política exterior (con la excepción de la participación en ambas Guerras Mundiales).

Por ello me atrevo a decir que hay una constante entre los presidentes norteamericanos desde Harry Truman. Aunque suene muy duro decirlo, prácticamente todos han tenido “su guerra”, especialmente en su primer mandato, para mejorar su popularidad y garantizarse así la reelección. Una parte muy importante del electorado vota a su presidente pensando en el comandante supremo de sus fuerzas armadas y eso hace que una guerra (ganada, obviamente) se vea como una garantía de éxito en esa parte del electorado.

Franklin Delano Roosevelt fue el único presidente de los Estados Unidos que fue elegido en cuatro ocasiones (la 22ª enmienda limitó, a partir de 1947, el número de mandatos). Su muerte se produjo en abril de 1945 pocas semanas antes de que Alemania firmara su rendición incondicional y unos meses antes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Su sucesor Harry Truman no lo tuvo fácil para ser reelegido en 1948, es más, Truman fue uno de los presidentes con el nivel de aprobación popular más bajo de todo el siglo XX. Las constantes comparaciones con su predecesor le dejaban en muy mal lugar. Incluso alguno diarios llegaron a publicar en portada que había perdido las elecciones presidenciales de 1948 (por las diferencias horarios y el estrecho margen de votos electorales por los que consiguió la victoria)
Harry Truman muestra la portada del Chicago Daily Tribune en el que le da por perdedor de las elecciones de 1948
Truman vio la participación de Estados Unidos en la guerra de Corea, auspiciada bajo el “paraguas” de las Naciones Unidas, como una oportunidad para mejorar su imagen pública y ayudar así a los demócratas para que consiguieran la victoria en las elecciones presidenciales de 1952.

El problema fue que su gobierno estuvo cuajado de escándalos de corrupción política y además de que el rival republicano fue el muy reputado General Dwigth David Eisenhower. 

Precisamente el General Eisenhower es una de las pocas excepciones a esta regla. Su presidencia coincidió con un momento de especial buena relación con la Unión Soviética. De hecho su homólogo soviético Nikita Kruchev visitó los Estados Unidos en una gira por el país muy seguida por los medios de comunicación. Prueba de esta buena relación es la resolución del conflicto armado del Canal de Suez entre Gran Bretaña y Francia frente a Egipto (los occidentales llegaron desembarcar y ocupar la ciudad de Suez), gracias a las presiones de las dos superpotencias, en aquellos años alineadas frente a las viejas potencias coloniales. 

Ike no necesitó ninguna guerra para afianzar su liderazgo y que la opinión pública le viera como un solvente comandante supremo de las Fuerzas Armadas
El presidente Eisenhower no necesito de ningún conflicto armado para mejorar su imagen pública. Apodado “Ike”, había sido el comandante supremo de las fuerzas aliadas en el frente occidental durante la Segunda Guerra Mundial y esto le garantizaba una gran popularidad entre el pueblo norteamericano.

La victoria en las elecciones presidenciales de 1960 por parte de John Fitzgerald Kennedy fue toda una sorpresa.

Richard Nixon el candidato republicano, que había sido vicepresidente con Ike, partía con una gran ventaja, pero todos sabemos que es lo que sucedió en el primer debate presidencial televisado de la historia. La cuestión es que Kennedy se enfrentó algunos conflictos exteriores muy importantes.

JFK se enfrentó a la Crisis de los misiles en Cuba y más tarde envió miles de hombres a Vietnam 
Al poco de llegar al poder, la CIA preparo el desembarco en Bahía de Cochinos en Cuba, con el que trataría de derrocar a Fidel Castro. El absoluto fracaso de la operación dejó en muy mal lugar al presidente, que vio en la crisis de Vietnam una buena oportunidad para que un conflicto armado elevase su nivel de popularidad.

La guerra de Vietnam marcó varias presidencias.

A la ya mencionada de Kennedy siguió la de su sucesor Lyndon Baines Johnson, que aumentó el número de militares desplegados en el sudeste asiático. Tras la llegada al poder de Richard Nixon éste tuvo que gestionar la difícil tarea de la derrota.

Lyndon Johnson jurando su cargo como presidente en el Air Force One ante la viuda de Kennedy 

(Continuará...)

3 comentarios:

  1. Exhaustivo y preciso repaso de los conflictos internacionales sostenidos por los presidentes de los EE.UU. Muy bien redactado. Da gusto leerlo y ya tengo ganas de que salga la segunda parte. Un único apunte: Trump ya ha tenido su guerra y la ha ganado. Me refiero a la guerra comercial con China. Salvo sorpresa tiene la reelección asegurada. Y esa sorpresa podría producirse si gestiona mal la respuesta al desafío que supone el Covid-19. Tildar como "war" la respuesta al virus se explica por lo escrito en esta entrada. Un saludo y hasta pronto!
    Alberto.

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  2. Un artículo muy completo y muy estructurado, se nota que dominas los géneros periodísticos, en particular la crónica. Muy ameno de leer. Efectivamente Eisenhower, no sólo no necesitó ningún conflicto, sino que pronunció el discurso "Átomos para la paz" en la ONU, con el que esperaba promover la energía nuclear con fines pacíficos y contrarrestar el miedo producido por el impacto de Hiroshima y Nagasaki.
    Esperamos la segunda parte, Rubén.
    Un saludo,
    David

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  3. Interesantísimo análisis, que duda cabe que la popularidad y las reelecciones de los presidentes de Estados Unidos están muy ligadas a guerras. Sería bueno analizar que % de las guerras se han originado en presidencias que entraban en su recta final y con una popularidad baja, por ejemplo, por debajo del 50%, sería fascinante, analizar esto. Respecto a Trump, no sólo tiene su guerra contra el virus sino también contra los globalistas, contra el ISIS, contra el establishmente de Washington, contra los socialistas de USA, contra Obamacare y otros muchos grupos. Pronto tendrá también la guerra que le derrotará, que es la guerra contra la crisis económica, que no podrá ganar porque las políticas monetarias y fiscales ya no tienen casi efecto, y no se puede crear crecimiento en el corto plazo y por arte de magia. No me cabe duda que llegarán los demócratas a la Presidencia muy pronto, si es que antes no renuncia Trump por alguna razón como pudiera ser no querer perder las elecciones, por orgullo. Enhorabuena de el artículo. Un abrazo. Miguel López de Silanes

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