lunes, 30 de septiembre de 2013

Gobierno de concentración nacional

El próximo gobierno que tendremos en España será de concentración nacional. PP y PSOE se unirán, al no conseguir ninguno de los dos una mayoría suficiente para formar gobierno, ni siquiera con el apoyo de sus viejos aliados, los nacionalistas de CiU, PNV o ERC, a los que tradicionalmente ha resultado muy fácil comprar para gobernar (sólo hay que darles dinero, más competencias y listo).

No me cabe ninguna duda. El descalabro de los dos grandes partidos es un hecho cierto. Nada les salvará de la debacle y harán cualquier cosa para mantener sus privilegios. Cualquier cosa para mantener una justicia dependiente del ejecutivo. Cualquier cosa para mantener una ley electoral injusta e inconstitucional (porque no se ajusta a uno de los principios básicos de la Constitución de 1978, todos los españoles son iguales). Cualquier cosa antes que reformar un estado autonómico insostenible, con 17 chiringuitos carísimos, que no nos podemos permitir.

Todas las encuestas reflejan que ni PP ni PSOE alcanzarán un 30% de los votos en unas elecciones generales (y demasiado bueno me parece el resultado que les dan las encuestas, personalmente no creo que alcancen entre los dos partidos el 50% de los votos). Ante esa tesitura ¿qué hacer? 



El único partido que parece tener la llave de la gobernabilidad es, a día de hoy, UPyD. Para apoyar a un gobierno del PP o de PSOE+IU, UPyD tiene muy claras sus condiciones: reforma de la ley electoral, devolución de competencias en educación, sanidad y justicia al estado central, supresión de diputaciones y duplicidades. El precio parece demasiado elevado para PPSOE, que verían muy reducido el número de colocados a dedo en todo tipo de entidades públicas. No lo aceptarán. Harán lo que sea para mantener sus privilegios y proteger a su gente.

Parece mentira que la gran depresión que sufrimos ha afectado a casi todos los sectores productivos del país, menos a los partidos políticos (será porque estos no son, en realidad, un sector productivo). La construcción se ha hundido. El turismo se ha visto golpeado por la crisis, muchos hoteles y restaurantes han tenido que cerrar. La industria, salvo honrosas excepciones, ha sufrido los efectos de la deslocalización y los ajustes de plantillas. El pequeño comercio está herido de muerte. Pero los partidos políticos ahí siguen. Sus presupuestos siguen aumentando cada año. El gasto de personal de PPSOE se acerca, entre los dos a los 60 millones de euros al año. Las plantillas casi no se reducen (aunque sea a costa de no pagar los seguros sociales, como hace IU en la Comunidad de Madrid) y hay enchufados en todos los niveles de la administración, local, autonómica y estatal. Decenas de miles de militantes cobrando sueldos del erario público o directamente de los partidos. Ahí no ha habido ERES. Ahí no ha habido ajustes significativos. Por ese motivo, para mantener sus privilegios PP y PSOE llegarán a un acuerdo para gobernar España.



El problema (para ellos) será explicar a su electorado esta decisión. Será complicado aliarse con el eterno enemigo, pero pondrán el ejemplo de Alemania. Es más, les dará igual. Ambos partidos y especialmente sus actuales dirigentes, Rajoy y Rubalcaba, son profesionales de la paciencia, la perseverancia, el esperar a que escampe. Ambos tienen anchas espaldas capaces de aguantar lo que sea, y ambos tienen una cosa muy clara, ni ellos ni las “élites” de sus partidos saben hacer otra cosa. Sin un puesto público que les resuelva económicamente la vida, no valen para nada. Como tantos otros políticos que solamente gracias a la llamada “puerta giratoria”, han sido capaces de encontrar un trabajo en el sector privado. Pero esa puerta que hace pasar a políticos a la empresa, es tan tramposa como como un billete de tres euros. Todos esos políticos que ocupan cargos en consejos de administración de grandes empresas lo hacen, no por su curriculum, sino por la acumulación de favores pendientes de pago. Y ese cáncer está tan extendido en nuestra sociedad, que será muy difícil extirparlo.




Sólo espero que si se cumple mi vaticinio, ese sea el final del bipartidismo. Cuatro años más de latrocinio y se acabó. Los que aún crean en el PPSOE (y no estén en el ajo) se darán cuenta de lo que son, de lo que representan y de que en el fondo lo que le pase a España les importa un carajo. Para los viejos partidos lo único importante son ellos mismos.