Desde principios del siglo XIX uno de los principales objetivos de la política exterior rusa es tener una salida al mar Mediterráneo. Ese fue el principal motivo para que Gran Bretaña y Francia (además del reino de Piamonte-Cerdeña, que envió un pequeño contingente de tropas) formalizaran una alianza con el Imperio Otomano en 1853 (1) para declarar la guerra a Rusia al año siguiente y dar comienzo así a la conocida como Guerra de Crimea. Los rusos querían forzar los Estrechos y desalojar a los Otomanos de Estambul, cosa que no gustó a los franco-británicos que por entonces planeaban construir el Canal de Suez, cuyas obras comenzaron en 1859 dirigidas por Ferdinand Lesseps. El sitio de Sevastropol acabó con la derrota zarista y la flota rusa del Mar Negro continuó allí “encerrada”.
Tropas británicas fotografiadas durante la Guerra de Crimea |
La idea de una salida rusa al Mediterráneo no terminó ahí. Lo más cerca que estuvieron los rusos de ello fue a través de sus “hermanos” búlgaros, que tras la Primera Guerra de los Balcanes de 1912 obtuvieron parte de la Tracia turca y un territorio ribereño del Mar Egeo. El sueño de una costa eslava en el Mediterráneo terminó meses después, cuando los otrora aliados del zar búlgaro se unieron contra él y recortaron notablemente los territorios conquistados por la caballería de éste. La costa del Egeo quedó completamente en manos de los griegos.
Bulgaria llegó a tener una salida al mar Egeo como muestra este mapa |
Con la entrada en guerra del Imperio Otomano de parte de los Centrales a finales de 1914, Rusia volvió a echar en falta un puerto en el Mar Mediterráneo. Especialmente cuando dos cruceros de la flota del Kaiser se vieron sorprendidos en el verano de 1914 en el mar Adriático y tras bombardear los puertos del norte de Argel se refugiaron en Estambul para evitar ser destruidos por los británicos. El Goeblen (uno de los buques de guerra más longevos de la historia, que estuvo en servicio desde 1911 hasta 1960 bajo pabellón alemán, después otomano y más tarde turco) y el Breslau se pasaron la guerra hostigando a la flota rusa del Mar Negro y bombardeando sus puertos, ante la impotencia de los buques del zar, navíos anticuados, mal armados y peor acorazados.
Pasaron dos guerras mundiales y muchos cambios fronterizos en los Balcanes para que todo permaneciese igual. A pesar del poder desplegado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y a haber vencido la II Guerra Mundial, Moscú seguía sin su ansiado puerto mediterráneo.
Pues bien, ha tenido que llegar el siglo XXI y una crisis económica en un pequeño país de un millón de habitantes, para que Rusia esté más cerca que nunca de conseguir ese puerto.
La crisis chipriota ha llevado al gobierno de aquel país a buscar la financiación exigida por la Unión Europea en Moscú, aunque de momento el acuerdo al que se ha llegado en Bruselas para prestar 10.000 millones de euros a Chipre, ha supuesto una tregua. Vladimir Putin ha visto una posibilidad única (y baratísima) de completar esa parte del sueño imperial zarista que nunca se llegó a cumplir. Sus condiciones económicas para facilitar el préstamos al gobierno chipriota son muy benévolas, pero no gratuitas. Además de concesiones de gas, Putin quiere una base y el presidente ruso no va a dejar escapar su sueño con facilidad. Una salida de Chipre de la Unión Europea haría caer a la isla irremisiblemente en la órbita rusa.
Putin podría cumplir un viejo sueño imperial ruso y de paso aumentar su prestigio entre los militares |
Las circunstancias de la isla (la tercera mayor del Mediterráneo), situada a 120 kilómetros de la costa de Siria, son muy peculiares. Está partida en dos zonas desde la invasión turca de 1974. Su capital, Nicosia, está dividida por un muro al más puro estilo de la guerra fría. Los turcos tomaron el norte de Chipre después de que un golpe militar, auspiciado por la dictadura griega, se hiciera con el poder y reivindicase un viejo sueño de la población grecochipriota, la anexión a Grecia. La situación quedó bloqueada desde entonces y la entrada en la Unión Europea supuso un rayo de luz para la reunificación de la isla... que sigue sin producirse (2).
Chipre sigue partida en dos desde 1974. La República Turca de Chipre solo es reconocida por Turquía. Parece lógico que se hubiese reunificado antes de entrar en la Unión |
Por otro lado, desde su independencia de Gran Bretaña, la antigua metrópoli mantiene dos enormes bases en territorio chipriota, Dhekelia y Akrotiri, ésta última es la única base de la RAF (Royal Air Force) en el Mediterráneo, desde la que despegaron algunos cazas que bombardearon el pasado año Libia. Allí se encuentra un contingente permanente de en torno a 3.500 soldados británicos. Curiosamente Chipre no pertenece a la OTAN, al contrario que Gracia y Turquía.
Gran Bretaña mantiene un importante contingente militar en Chipre, aunque durante la invasión turca de 1974 las tropas británicas permanecieron acuarteladas |
Puedo imaginar que nada le gustaría más a Vladimir Putin que instalar una base aeronaval en un enclave tan estratégico como Chipre, especialmente en un momento como el actual en el que el conflicto sirio parece enquistado. Navíos de guerra, submarinos nucleares y sobre todo aviones de combate rusos ejercerían una mayor influencia en todo Oriente Medio desde una base chipriota.
Una base aeronaval rusa en Chipre supondría un considerable aumento de la influencia de Moscú en todo Oriente Medio. En la imagen uno de sus submarinos nucleares |
La pregunta es ¿merece la pena dejar caer en manos de Putin a Chipre? En estos momentos corremos el riesgo de mirar demasiado a corto plazo, fijarnos en exceso en el día a día de la prima de riesgo, mientras Rusia puede poner una pica en Flandes o mejor dicho en Nicosia.
Nota 1. Para que esta alianza entre franco-británicos y otomanos no se viera en su día como “antinatural”, se disfrazó con el apoyo del sultán a los católicos en Tierra Santa, nominalmente territorio otomano. Una disputa entre cristianos ortodoxos, que contaban con la protección del zar, y católicos, bajo la protección de Francia, por el control de los Santos Lugares, concretamente la Basílica de la Natividad y la Iglesia del Santo Sepulcro fue la excusa perfecta para iniciar una guerra cuyos objetivos geoestratégicos iban mucho más allá.
Nota 2. Con la perspectiva que nos da el tiempo, está claro que la entrada de Chipre en la Unión no fue una buena idea, no solo por su situación económica actual, sino y más importante, porque no ha servido para solucionar el grave problema de división que sufre el país.
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