No me gusta repetirme. Pero lo siento, no encuentro un titular más elocuente para lo que ha pasado en España ayer, día 20 de noviembre de 2011. La cuarta fuerza política, por número de votos, en España tiene sólo 5 escaños y con el reglamento del Congreso de los Diputados en la mano, ni siquiera tendría grupo parlamentario propio, al no haber conseguido el 5% de los votos a nivel nacional.
UPyD ha conseguido cuatro diputados por Madrid y uno por Valencia, con lo cual, 709.843 ciudadanos que han optado por votar al partido magenta en el resto de circunscripciones se han quedado sin nadie que les represente en el Congreso. La Ley D´Hont no vale. Puede que fuese una herramienta eficaz en la Transición, pero no hoy.
Rosa Díez flanqueada por los otros tres diputados elegidos por Madrid, de izquierda a derecha: Carlos Martínez Gorriarán, Irene Lozano y Álvaro Anchuelo. Más a la derecha de la imagen Rafael Calduch, número 5 de la lista por Madrid que se quedó sin acta de diputado
Curiosa ley ésta que da 32 escaños más al partido ganador, cuando sólo ha conseguido 552.683 votos más que en las pasadas elecciones y de paso la mayoría absoluta o que asigna 16 diputados a CiU, con 125.979 votos menos que UPyD.
Albert Boadella volvió a mostrar su apoyo a UPyD en el cierre de campaña
Estas han sido las elecciones de la fragmentación del Congreso, las elecciones en las que el bipartidismo (por primera vez) ha retrocedido, las elecciones en las que las fuerzas nacionalistas son más fuertes que nunca y las elecciones en las que, desgraciadamente, los representantes de ETA estarán sentados en la cámara en la que está depositada la soberanía nacional.
Un total de 3.762.772 personas menos han votado a la suma del PPSOE (en realidad la pérdida de votos la pone el PSOE) respecto a las elecciones de 2008. Esa es una lectura muy positiva de lo que ha pasado ayer y es que como dijo el viernes Albert Boadella “el bipartidismo es lo más cercano al partido único”
Mariano Rajoy será el próximo presidente de gobierno
Por cierto. Por si alguien no se ha enterado, el PP ha ganado las elecciones. Enhorabuena.
Ya está. Sólo queda votar. En las últimas semanas, los partidos de siempre han vaciado la campaña electoral de contenidos, de opciones, de debates (sólo dos debates y muy malos). Hemos vuelto a oír los mensajes de siempre “que viene la derecha” o “las políticas de izquierda sólo conducen a la ruina”. Ahora nos toca el turno a los ciudadanos. El próximo domingo nos toca elegir y este artículo está especialmente dirigido a aquellos ciudadanos resignados. A aquellos ciudadanos que piensan que todo está decidido. A aquellos que piensan que votar no sirve para nada. Pues bien, que quede claro que cada voto vale. Vale su peso en oro, aunque el oro no valga lo mismo en unas provincias u otras. Por eso, los políticos más que nunca echan mano de las calculadoras y miden hasta el último euro que gastan, mejor dicho, invierten, en la campaña para saber dónde se juegan los cuartos. Cada diputado, cada senador, cada voto, se traduce en euros para los partidos y eso será fundamental para sus arcas durante los próximos cuatro años.
Tenemos un sistema electoral de mierda. Debería pedir perdón por la expresión, pero realmente no encuentro una mejor. De mierda. No es de recibo que un diputado elegido en La Coruña necesite más de 130.000 votos para llegar a la Carrera de San Jerónimo y otro elegido en Soria menos de 30.000. Algo estamos haciendo mal y además sabemos lo que es. Hay que cambiar eso de entrada. Antes de acometer cualquier otra reforma. Esta claro que muchas más cosas han de cambiar, educación, sanidad, justicia, protección social, en definitiva las bases del estado del bienestar, que tantos beneficios ha dado a la sociedad en la que vivimos. Pero antes de nada hay que empezar a cambiar eso y si para ello hay que reformar la Constitución, pues adelante. Este verano hemos visto que para reformarla sólo hace falta voluntad y un par de semanas, a pesar de las mentiras que nos habían estado contando durante años sobre lo difícil que era esa reforma.
Pero estas son las cartas con las que nos ha tocado jugar. El que crea que esto se puede cambiar desde fuera está muy equivocado. Con asambleas en la calle no se cambia nada. Al menos en España. El Palacio de Invierno cayó hace demasiado tiempo y las cosas se pueden hacer de otra manera. Votando.
Evidentemente puede haber quien piense que así nos puede ir bien. Puede que haya personas que se crean que con un cambio de gobierno está todo arreglado. Pero en una situación extrema como la que vivimos hay que enfrentarse a los problemas de frente y no de perfil como hacen los políticos de los viejos partidos, que no están dispuestos a ceder un ápice de su poder. No están dispuestos a reducir la elefantiásica maquinaria del estado, plagada de cargos públicos, que viven muy bien haciendo poco para los ciudadanos. Es curioso que sobren políticos y falten diputados. Sobran senadores, para mi sobran todos los senadores. Sobran alcaldes, porque hay muchos municipios que se podrían fusionar, para mejorar en su gestión. Por lo tanto sobran concejales, de esos municipios pequeños y de aquellos grandes, como Madrid, donde hay un número exagerado. También sobran diputados en Asambleas Autonómicas, bajo mi punto de vista igual podíamos fusionar autonomías, algunas de las cuales superan por poco los 200.000 habitantes, pero con el localismo imperante eso sería demasiado pedir. Por ejemplo, en la Asamblea de Madrid hay 129 diputados y su número seguirá creciendo si no hacemos nada, ya que el Estatuto de la Comunidad de Madrid establece que el número de diputados dependerá de la población (argumento que para el conjunto de España parece no valer, ya que tenemos 350 diputados desde 1979).
Rosa Díez es habitualmente la líder política más valorada por los españoles
Y si me dejan seguir recortando, diré que sobran empresas públicas. Sobran fundaciones, observatorios y demás entidades que se han acostumbrado a vivir de las subvenciones. Por no hablar de que sobran televisiones públicas.
Pero ya puestos, ahora diré lo que creo que falta. Faltan funcionarios (esto no quiere decir que también sobren algunos, todo depende cuales). Si aunque alguien piense que me he vuelto loco, lo volveré a decir, faltan funcionarios y medios para que esos funcionarios cumplan con su trabajo. Faltan maestros y colegios (y aunque de lo que sobra ya he hablado, como viene al caso diré que sobran universidades). Faltan profesores de secundaria, intitutos y escuelas de formación profesional. Faltan bomberos, parques y medios. Faltan médicos y enfermeros. Faltan hospitales y centros de salud y que los que hay tengan medios adecuados. Faltan policías y guardias civiles. Y faltan chalecos antibalas, coches y motos, dignos de tal nombre, porque algunos de los que hay en servicio no pasarían la ITV. Faltan inspectores de hacienda y funcionarios que les ayuden a combatir el fraude. Faltan jueces, fiscales y funcionarios de la administración de justicia, que “desatasquen” un problema que parece endémico. Faltan militares y medios para que puedan cumplir con las misiones que se les encomiendan, para defender los intereses de España.
Como tampoco quiero escribir un libro entero sobre lo que creo que falta en nuestro país, lo dejaré ahí... de momento.
Bueno pues para cambiar todo esto hay que votar. Y está claro que votando a los partidos de siempre nada de esto cambiará. Seguiremos en las mismas. Cualquier cambio implicará un cambio… para los demás. Nada de tocar los privilegios propios, como ya hemos visto en el Ayuntamiento de Madrid, cuando UPyD propuso que los concejales prescindiesen de sus coches oficiales. Ni IU, el partido más a la izquierda en el consistorio, ni por supuesto el PPSOE han querido renunciar a ellos y ahí siguen con sus coches, sus chóferes y sus escoltas.
Lo que espero de este 20 de noviembre es que las urnas se llenen de votos para UPyD y que a partir del día siguiente empecemos a abordar los temas que realmente hay que cambiar en España, para que la actual crisis no acabe con otro millón de puestos de trabajo.
El pasado 7 de noviembre se celebró en Madrid el esperado debate entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy. La polémica empezó antes, con el elevado coste de su organización, por encima de 520.000 euros. Esta cifra resulta completamente desorbitada. Mientras los políticos insisten en sus intervenciones en los medios, que este país necesita contención en el gasto, a la hora de aplicarse a ellos mismos estas recetas, ellos siempre quedan fuera de la ecuación.
Desde la Academia de la Televisión se defendía el coste del debate, razonando que había que montar un plató “de cero” en el Palacio de Congresos, pero… ¿no tenemos televisiones públicas (y también privadas) con suficientes estructuras ya montadas dispuestas a hacer el debate? La respuesta es evidente, pero ni para ahorrar en algo tan superfluo se ponen de acuerdo PPSOE.
Manuel Campo Vidal, moderó (si es que se puede aplicar el término) el único debate entre los candidatos a la presidencia de la Campaña Electoral de 2011
Metidos en harina, el debate empezó con sus protagonistas claramente nerviosos. Rj no despegaba los ojos de sus notas, mientras que Rb comenzó titubeante. Ambos tuvieron hora y media de debate trufada de errores. Uno falló sobre todo en las formas, Rj, y el otro en el contenido. Para mi no es que hubiera un claro ganador, lo que hubo fueron dos claros perdedores.
Más de medio millón de euros nos costó a los españoles ésta puesta en escena
Pero pasemos a analizar el debate. Algo que pocos se han preocupado en hacer seriamente.
Rj comenzó leyendo sin parar. Prácticamente no miraba a la cámara, algo que reduce claramente la credibilidad del mensaje que se quiere transmitir. Rb hablaba sin embargo como si en los últimos ocho años no hubiera formado parte del gobierno, haciendo propuestas (pocas o poco concretas) a las que él mismo había votado en contra en el Congreso (supresión de las Diputaciones Provinciales, por ejemplo). Tampoco Rj parecía representar, y liderar, al partido que gobierna la mayoría de Comunidades Autónomas cuando hablaba del fracaso escolar, ¿es que no sabe Rj que las competencias en educación están trasferidas?
El error clave del debate en lo que a Rb se refiere vino en la primera parte del mismo. Se refería a Rj dando por sentado que éste ganará las elecciones “cambiará usted las prestaciones por desempleo” (esta pregunta la formuló hasta cuatro veces, a pesar de la contundente respuesta de su adversario). En su lugar tendría que haber empleado el condicional: “cambiaría usted…” Este error garrafal no lo corrigió el socialista hasta el intermedio del debate, claramente aconsejado por su asesor.
A todo esto Rj seguía sin parar de leer, aportando muchos datos, indigeribles para el espectador, cuando llegó otro de sus descomunales errores (que parecen haber pasado inadvertidos a los periodistas… y a los socialistas) Rj dijo que él no era un experto en economía. Si así es, no creo que sea el mejor momento para pregonarlo, ya que España se encuentra ante la más grave crisis de su historia reciente. Será que Rb tampoco es experto en economía, así que sea cual sea el resultado del 20 de noviembre… estamos listos.
La cuestión de sacar gráficos está bastante desfasado, a pesar de lo cual Rb lo hizo en dos ocasiones, la segunda de ellas sin ningún éxito, ya que no se entendía nada. Tampoco parece muy apropiada la fórmula de “mañana te envío éste o aquel documento” con la que Rb parecía excusarse cada vez que Rj decía que no le creía. Otra metedura de pata memorable de Rb fue cuando dijo “esta vez el que miente es usted”. El subconsciente nos puede jugar muy malas pasadas durante un debate y este es un caso claro: antes era yo el que mentía, ahora eres tu, con lo cual se reconoce implícitamente la mentira anterior. Esto es para analizarlo en el diván.
Según fueron pasando los minutos, ambos políticos se soltaron y, sobre todo, Rb se vino arriba. Lo malo es que no podía estar respaldado por su acción de gobierno, con lo cual al puzzle que quería armar le faltaban piezas, siempre estaba presente el razonamiento del espectador pensando ¿por qué no lo has hecho antes?
Además de las meteduras de pata me gustaría enfatizar los temas no tratos, especialmente la corrupción. Parece tan evidente que esto estaba pactado al estilo de: “no vamos a hacernos daño, verdad Mariano”. Esta lacra de la corrupción política está tan extendido en ambos partidos que mejor no mencionarlo. Ambos tienen imputados en sus listas. Ambos tienen militantes condenados por corrupción. Ambos tienen a chorizos entre los suyos y los que es más grave, por unos motivos u otros no se deshacen del lastre. Tampoco se trataron asuntos que interesan a la ciudadanía, como que nuestra justicia se constituya, de una vez por todas, en un poder independiente, está claro que PPSOE prefieren seguir controlándola. Parece que el bochorno que protagonizó el Tribunal Constitucional con la sentencia del estatuto catalán, está ya olvidada. Eso sí, para demagogia pura y dura como es proponer reducir el presupuesto de Defensa (cuando es el más bajo de la Unión con poco más del 0,6% del PIB), para eso sí que hubo tiempo.
En definitiva, hemos asistido a un debate de auténtico empate a cero. Las encuestas han dicho que lo ha ganado Rajoy, pero más bien creo que a los que les han preguntado han votado por aquel que creen que va a ganar las elecciones. Una pena. Una pena que no haya más debates y más plurales. Una pena que haya tan poca alternativa, porque alternancia habrá. Las elecciones las ganará el Partido Popular para que todo siga, en lo esencial, igual.
PD. Dejo el debate "troceado" para poder analizarlo de nuevo... si alguien tiene la paciencia de volver a verlo.