lunes, 14 de febrero de 2011

Todo es enredos amor


Todo es enredos amor

Hablemos de teatro. Bueno y también un poco de cine. En estos tiempos de leyes prohibicionistas o restrictivas, la cultura ha ocupado grandes titulares gracias a la llamada ley Sinde, con la defensa a ultranza de los derechos de autor por parte de la SGAE, cuyo “califa”, Tedy Bautista, cobra más que el presidente del gobierno, 250.000 euros al año según el diario El País. Parece que toda la labor del ministerio de cultura gira en torno al cine (¿por qué será? ¿alguien no sabe a qué se dedicaba la ministra antes de sentarse en un banco azul?) y a la música, por supuesto actual, los que se dedican a interpretar música clásica que se busquen la vida, que seguro que son de derechas. 


El teatro es un valor seguro, aunque desde que empecé a ir al teatro, allá por los años ochenta, oigo que está en crisis. En permanente crisis. Quizás por eso el teatro y el resto de artes escénicas no sólo no mueren, sino que crecen. Cada día hay más salas en Madrid, que es la ciudad donde vivo y mejor conozco. Cada día más gente va al teatro, a la zarzuela, a musicales, a ver espectáculos de danza, de flamenco, conciertos, óperas…, será porque no te lo puedes bajar del emule o porque el público lo aprecia cada día más. Lo que sucede sobre un escenario es algo único e irrepetible. Cada día la función es diferente.

Hoy quiero recomendar la última obra que he visto. “Todo es enredos amor”. Está llevada a escena por la Compañía Joven del Centro Dramático Nacional. La Compañía Nacional de Teatro Clásico lleva en el Pavón más de un lustro porque la rehabilitación del Teatro Clásico parece no tener fin y es que los fondos para este tipo de cosas nunca son suficientes. Es como si los políticos pensasen que ese tipo de inauguraciones no merecen la pena. Que no dan votos. Parecería que en los tiempos que corren Lope o Calderón no están de moda aunque… el teatro se llena en cada función y cada vez es más difícil conseguir entradas. 

Todo es enredos amor, se está representando en el Teatro Pavón de Madrid

No sé si será por la crisis económica, pero la puesta en escena de la obra es la más sencilla que he visto en mucho tiempo. Sobre el escenario sólo hay una puerta. Nada más. No hay sillas, ni mesas, ni muebles. Nada. Bien iluminado. Vestuario sobrio y actores que no necesitan de elementos de amplificación para que su voz se oiga por toda la (demasiado) pequeña sala.

Esta puerta es el único elemento que hay sobre el escenario

Siguiendo las tendencias actuales, el elenco representa parte de la obra en el patio de butacas. Aquí se abusa del recurso, ya que los espectadores de las filas traseras no tienen visión de lo que sucede. Pero las modas son las modas y ahora se lleva esto (menos mal que Gerardo Vera no dirige también el Clásico, porque sino veríamos también videos durante la representación).

Cada vez que voy a ver una pieza de teatro clásico, española o extranjera, me pregunto qué dirían alguna de nuestras ministras si las vieran. Supongo que prohibirlas, porque les gusta mucho eso de prohibirnos cosas. Y es que, en los cánones del Siglo de Oro  no estaba incluida ni la igualdad, ni la ley de cuotas y eso de que una mujer se tenga que vestir de hombre para poder entrar en una residencia que sólo admite a varones podría herir susceptibilidades (si lo ha hecho lo del jamón serrano en un aula…)

El teatro goza de buena salud en España... a pesar de la poca atención que se le presta desde las instituciones


Y ante todo no quería cerrar mi post sin mencionar dos cosas, como en los chistes. Una buena y una mala. La buena es la labor que hace la Compañía Joven. Me parece fenomenal su creación, aunque pienso que se le podría sacar mucho más partido. Lo más caro de una obra es producirla. Llevar a escena. Hacer todo el montaje y luego, en pocas semanas. Se acabó. Creo que debería haber más compañías jóvenes que funcionasen como auténticos satélites de las compañías nacionales “senior”. Promocionando el teatro, por las mañanas representando para jóvenes en los mismos escenarios donde por las tardes actúan los “mayores”. Eso supondría una excelente promoción del teatro a un coste bajísimo. Implicaría no sólo difusión, sino también formación y por supuesto, no sólo de actores, sino también de técnicos, además de significar una interesante oferta laboral en un mundo tan duro como este, que obliga a muchos de nuestros talentos a emigrar (como los ingenieros a Alemania) para poder buscarse las lentejas. 

La Compañía Joven es una excelente iniciativa que debería tener más protagonismo

Pero acordaos que había algo malo. Lo malo es lo deficientemente repartido que está el dinero en el ministerio de cultura. Con la pasta que se destina a proyectos cinematográficos de bajísimo valor artístico, no se entiende cómo no se ayuda más al teatro. Leí en su día que la película “El pagafantas” recibió una subvención del ministerio de 1,5 millones de euros, en las condiciones en las que se trabaja en los teatros españoles, ¿cuántas funciones se podrían representar con ese dinero? Pero lo malo es que los actores teatrales no son conocidos por el gran público y aunque éstos apoyasen decididamente alguna opción política concreta, sus “rostros” no se cotizan tanto como los de aquellos que se dedican al cine (que necesariamente no son los mismos), con lo cual los recursos, siempre limitados, se acaban destinando donde más conviene a unos pocos y no donde el público más lo valora con su aplauso.

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