Los políticos en España están alcanzando unas cotas de cinismo difícilmente igualables. Alberto Ruiz Gallardón es un buen ejemplo de ello.
El alcalde de Madrid es capaz de salir en lo medios de comunicación diciendo una cosa y haciendo la contraria. El mismo día. Sin tapujos. Da igual. En España estas cosas salen gratis. La mentira es muy barata para los políticos y de eso tienen buena parte de la culpa los medios de comunicación (aunque sobre todo la culpa la tenemos los votantes). Las noticias pasan a toda velocidad. Una noticia “mata” a otra en cuestión de horas. Los controladores montan el lío padre y en una semana se puede olvidar si estalla un volcán en Indonesia, hay una matanza en Méjico o a Belén Esteban se le ocurre divorciarse o casarse o irse de compras. Hay tanta información que algo tan banal como que el alcalde de Madrid mienta tan descaradamente salga gratis.
La cuestión es bien sencilla. El Ayuntamiento de Madrid tiene más deuda que muchos países hispanoamericanos, por ejemplo la deuda externa de Bolivia no llega a los 3.000 millones de dólares, mientras que nuestro Ayuntamiento debe más de 7.100 millones de euros (hay que multiplicar los dólares por 1.3). En esta situación, Esperanza Aguirre, “buena amiga” de Alberto, le recomendó que para paliar la deuda el consistorio podía vender algunos de sus edificios emblemáticos. El alcalde puede hacer cualquier cosa, menos reconocer que su enemiga número uno tiene razón, así que es mejor mentir a los ciudadanos que reconocer el acierto de un rival (aunque este sea de su mismo partido). Con estas el alcalde salió en rueda de prensa diciendo que el Ayuntamiento no necesita vender edificios para reducir su deuda, es más que no lo iba a hacer.
Como se puede ser así. Cómo nos podemos fiar de alguien que miente tan descaradamente. Mientras el alcalde decía esto, la EMVS (Empresa Municipal de la Vivienda y el Suelo de Madrid) publicaba en su web esto:
Gran post y gran blog. Información y opinión libre, con sesudos análisis del desfalco intelectual de cierta casta política. Enhorabuena, señor Tejedor
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