Efectivamente me estoy refiriendo a algunos miembros del movimiento 15M que estos días están haciendo lo posible por empañar la visita del Papa a Madrid y la JMJ. Ultras son aquellos de ideologías extremas. Ultras son los que no respetan a los demás. Ultras son los que no admiten opiniones distintas a las suyas. Ultras son los que agreden. Ultras son los que provocan a la policía. Ultras son los que intimidan a los ciudadanos. Ultras son aquellos que se apropian de lo que no es suyo de manera violenta. Ultras son esos tipos que están dando un espectáculo lamentable.
Me parece fatal lo que he visto en Madrid en los últimos días. Los mismos de siempre. Da igual que la excusa sea un partido de fútbol o una manifestación. El caso es armarla. Divertirse a costa de destrozar el mobiliario urbano y de provocar a la policía. Si esto es ser laico, perdónenme pero yo me bajo del autobús en marcha. Pero como ya he tratado en otro artículo las diferencias entre laicismo y anticlericalismo, no insistiré.
Tampoco voy a ser yo el que defienda a los maderos de porra fácil que se van tomando la justicia por su mano. Esto no es cuestión de posicionarse en un bando u otro.
Siempre me ha fastidiado ese intento de la iglesia católica de imponer su doctrina. Pero imponer a los demás su moral va en el ADN de la iglesia católica. Es una religión, como otras, evangelizadora. Ese es su sentido, extender la palabra de Dios por el mundo. Ahora, los que están enfrente hacen lo mismo. Tratan de imponer, y además por la fuerza, sus ideas.
Pero lo que pienso es que desgraciadamente todo esto forma parte de un plan bien estudiado y con un fin claro. Las próximas elecciones generales. No es una teoría de la conspiración. Es una certeza.
En todo esto hay una responsabilidad política. La delegada del gobierno en Madrid (por cierto, no se me ocurre cargo más estúpido, el gonierno que está en Madrid, necesita un delegado… el caso es gastar y colocar a los colegas). Cualquiera sabe que no se pueden autorizar dos manifestaciones antagónicas en el mismo barrio de una ciudad como Madrid. Una cosa es querer atraerse para el PSOE los votos del 15M y otra es poner en riesgo la integridad física de personas, que es lo que se ha hecho. Parece mentira lo que algunos son capaces de hacer por 100.000 votos… que no harían por 1.000.000.
En cuanto al fondo de las protestas, el coste de la visita, lo puedo compartir en parte. En realidad casi toda la prensa internacional es de lo que más habla, afortunadamente de los disturbios se ha escrito menos, pero se ha escrito. No me parece bien que se invierta (demasiado) dinero público en una vista de este tipo. Pero seamos sensatos. ¿Los que se quejan han echado cuentas? Cuanto beneficio supone para la ciudad. Y cuando digo esto no me refiero sólo al cortísimo plazo de cuanto gasta el Estado y cuanto ingresa en esta semana, sino también la valoración económica de la cantidad de artículos y reportajes y minutos de televisión en los que se está viendo Madrid por todo el mundo. ¿Alguno de esos indignados ha valorado eso cuando estaban insultado a la policía? En realidad a esos les da igual la imagen de la ciudad. Les da igual la economía de la ciudad y seguramente del país. El problema es que al tratarse de un movimiento asambleario sin líderes claros, al 15M le será muy difícil desmarcarse de esta gentuza. Y conste que estoy de acuerdo (y lo he escrito) con muchas de las medidas que se han propuesto desde la Puerta del Sol, pero si esto es de verdad el 15M, que tampoco me espere ese autobús.
Qué país. Somos capaces de armar la de San Quintín, por la visita del Papa, y decir que había que mandar ese dinero a Somalia, pero a todo el mundo le parece perfecto que el Real Madrid fiche a un tipo que no conoce nadie (que no sea forofo del fútbol, claro) que se llama Coentrao y por el que se han pagado 30 millones de euros. Eso no está mal, ni hay que enviar ese dinero a África. Criticamos que se desmonten unas marquesinas en la plaza de Cibeles, pero nadie sale a la calle para que, con dinero público, se organice un GP de Fórmula 1 por las calles de Valencia en un circuito de “quita y pon” en el que se despilfarran, perdón, se invierten, millones de euros cada año que luego van a la basura… o al bolsillo de Bernie Ecclestone. Para eso no hacemos manifestaciones. Mejor voy a parar porque podría escribir un libro con los motivos por lo que los españoles, o los madrileños, podríamos salir a la calle a protestar y no lo hacemos.
PD. Y para que conste… yo también estoy indignado. Estoy indignado con el paro, con los bancos y sus condiciones abusivas, con que no se zanje un prestamo hipotecario con la devolución de la vivienda, indignado con las duplicidades y el derroche de la administración, con los políticos incompetentes y poco profesionales… o “demasiado profesionales”, indignado con la mala gestión de nuestro gobierno y de una oposición instalada en el no hacer nada excepto esperar a que la manzana se caiga del árbol, estoy indignado con la falta de separación entre los poderes del estado, con la inoperancia de la justicia, indignado con 17 sistemas sanitarios y 17 sistemas educativos que no funcionan, indignado con que nuestros jóvenes no sepan quien fue Blas de Lezo, el Cid o Daoiz y Velarde, indignado con una ley electoral injusta, indignado con los nacionalistas que se aprovechan de esa ley para sacar el mayor partido posible para sus regiones sin pensar en sus vecinos. Y sobre todo estoy indignado porque el 20 de noviembre habrá unas elecciones en las que algo cambiará, para que en el fondo todo siga igual… Bueno eso depende de nosotros
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