viernes, 4 de marzo de 2011

En qué país vivimos

Últimamente no lo tengo muy claro. Yo pensaba que España era un país que estaba en crisis. Que hacía falta liquidez para que nuestro sistema financiero no entrara en quiebra y especialmente para refinanciar a nuestras queridas cajas de ahorros, sin las cuales los políticos españoles perderían gran parte de su capacidad de mangonear y financiar sus partidos y sus costosísimas campañas electorales.

Digo todo esto por las rocambolescas medidas de reducción de gasto energético, que no sólo afectan a la velocidad en las autopistas y al consumo de combustible, sino ahora también al consumo eléctrico en edificios oficiales y carreteras. España es un país empobrecido y al que le hacen falta inversores. Por eso nuestro presidente se fue de gira al Golfo, concretamente al Pérsico, –esto hay que aclararlo tratándose de Zapatero– para traerse bajo el brazo 300 millones de euros de fondos de inversión controlados por el gobierno de Qatar (ahora del gasto extra en combustible para el Falcon para dormir una noche en Madrid, mejor no hablamos… que ahorren otros).


El presidente voló desde Abu Dhabi a Madrid y al día siguiente desde la capital a Túnez, para pasar una noche en casa. 20.000 litros de combustible extra que, por supuesto, pagamos entre todos


Lo que me ha dejado completamente con la boca abierta ha sido la visita del presidente a Túnez. Pues no va y dice que le vamos a prestar a los tunecinos 300 millones de euros en los próximos tres años. La cifra suena a güasa. 300 millones. Serán los mismos 300 millones que invertirán los qataríes. De verdad que esto se nos va de las manos. Es como cuando tenías diez años y tu padre te daba la paga el domingo para toda la semana y a los quince minutos volvías con todo el dinero “invertido” en chuches. Pues esto es lo que parece que le ha pasado a Zapatero, ha conseguido 300 milloncitos en Qatar y cual trilero (lo quito lo pongo, donde están los 300 millones) se los presta a Túnez, para fomentar aquella memez de la Alianza de Civilizaciones.

Como me gusta el protocolo. El jeque recibe a nuestro presidente en chanclas.


Y como siempre a cambio de nada. Esto no lo digo yo. Lo dice la mejor ministra de Asuntos Exteriores que tenemos, en una entrevista hecha por Concha García Campoy. A cambio de nada. Somos tontos, porque ya me cansa eso de que nos llamen Quijotes. Aquí tenemos que apretarnos el cinturón hasta la extenuación y nuestro presidente a soltar pasta como si se la regalasen. Una semana tuvieron que esperar algunos de nuestro compatriotas en Libia cuando empezó el jaleo (los que no tuvieron la suerte de trabajar para Repsol, que fletó un avión para traerles), abandonados a su suerte por nuestra embajada, cuando ahora nos enteramos que de nuestro presidente ha enviado un avión para establecer un puente aéreo entre Libia y Egipto para repatriar refugiados.


Si todo esto está muy bien, lo de ayudar al prójimo y todo eso, pero es que en nuestro país 2.844 personas se apuntaron al paro cada día hábil de febrero. 2.844 cada día. Cada día. ¿Y nosotros prestando dinero a Túnez? Mejor dicho a su gobierno. A un gobierno interino, no lo olvidemos, un gobierno que no está avalado por las urnas, porque mientras nuestro presidente estaba allí, surgieron rumores de golpe de estado (igual Rubalcaba estaba sudando la gota gorda por el marrón que le podía caer encima, como presidente en funciones, si a Zapatero le pillan en medio del fregado).

Tengo una amiga que trabaja en un organismo internacional. Por supuesto fuera de España. Hablaba con ella hace unos meses y me contaba la consideración que tenemos en este tipo de organismos los españoles. La lectura es que somos unos primos. Triste pero cierto. Siempre estamos los primeros para dar y nunca pedimos nada a cambio. El único organismo internacional importante que tiene sede en España es la Organización Mundial del Turismo y en ella apenas trabajan españoles y, desde luego, ninguno en su dirección. 


Yo pensaba que mi amiga Blanca exageraba, pero cuando el año pasado vi al presidente de Haití, a las 24 horas de producirse el terremoto, escuché la prueba de la evidencia. España fue el tercer país donante en Haití después de Estados Unidos y Francia. Rene Preval, al que se le había caído (casi encima) su residencia y su palacio, declaraba a la CNN que no sabía donde iba a dormir esa noche. En esa entrevista dio las gracias a ocho países por la ayuda recibida. Nada menos que ocho países citados uno a uno y ni siquiera nombró a España. Por no recibir nada a cambio, no recibimos ni las gracias. 



Blanca me contaba que cada vez que se pide a un país ayuda o inversión para un proyecto, sea el país que sea, Noruega, Francia o Suiza, lo primero que pide son contraprestaciones. Para empezar, que alguno de sus nacionales dirija el proyecto o que ocupe un puesto clave. No es casualidad que con la escasa población que tienen naciones como Suecia, Finlandia, Dinamarca, Islandia… tengan funcionarios del más alto rango repartidos por todo el mundo en misiones internacionales de todo tipo. Mientras nosotros a seguir ejerciendo el papel de Quijotes, que parece que se ajusta tan bien al carácter de algunos políticos.

2 comentarios:

  1. Prefiero pensar mal (que es bien en este caso) y creer que hay intereses ocultos en dejar 300 millones en Túnez. Sería excesivo hasta para Zapatero un desembolso tan importante sólo por un gesto, por una foto...llámame ingenua.

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  2. Ojalá tengas razón, pero conociendo al personaje (y sus obras) me temo lo peor, más de lo mismo. Como dice Trinidad Jiménez lo hacemos por puro altruismo político. Además no te pierdas a quién le damos la pasta, a qué cuenta corriente la vamos a enviar. En Túnez aún no hay un gobierno legítimo y sospecho que muchos de esos euros que vamos a enviar terminen en el bolsillo de algún listo con cuenta en Suiza.

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